¡ Qué difícil vivir con uno mismo!
Somos un laberinto en un jardín lleno de rosas y malas hierbas.
Caminos que se entrecruzan, llegando a ninguna parte, buscando, siempre buscando la salida.
Nos cruzamos con distintos "yo" y suele pasar que nos sean desconocidos, rostros sin ojos que nos miran.
Complicado reconocer nuestros errores, bajezas, codicia, egoísmo...egocentrismo.
Querer y no poder,
tener y no compartir.
Nuestras oscuridades luchan por emerger de un pozo sin agua, debemos abastecernos de agua clara, pura, que nos ayude a escalar dentro de nosotros, agua llena de ilusión, de esperanza, de comprensión, de amor.
Sentimos tormento y paz en uno sólo, en uno mismo.
Cara y cruz del ser humano, luchamos para y por nosotros.
Nos vence la sinrazón, la locura, la desgana de nuestro tiempo.
Y lo dejamos pasar.
Si no somos capaces de enfrentarnos a nosotros mismos, ¿ con qué cara nos enfrentamos a los demás?.
Llevamos máscaras para ocultarnos, nos miramos pero no vemos el corazón de nadie, disfrazamos nuestras palabras y nuestros actos para que no conozcan nuestros verdaderos sentimientos.