Torrente de sentimientos en cascada
precipitándose al vacío de la vida.
Y sin más, dejarse atrapar sin pensar,
como el Sol abrazando el amanecer;
un ritual diario que nos sorprende
y nos acoge por igual,
indiferente a su consecuencia.
Porque la noche llega, inexorable,
y los sueños vuelven a dar forma
a nuestra vida.
Las fantasías se hacen realidad y vivimos
lo que nunca seremos capaces de vivir.
Y de nuevo el Sol, nos da una nueva
oportunidad de abrazar, de sentir,
de vivir nuestros sueños.